Después regresaremos al arte de detectar estos otros deseos. Por ahora, permítame usar una ilustración que puede ayudar a entender lo que está pasando en nuestros corazones. La frase “corazón fragmentado” será utilizada para describir que es lo que pasa cuando tenemos más de un deseo ferviente.
“Corazón fragmentado” no es un término bíblico.(Sin embargo, ‘Corazón Puro es totalmente bíblico. “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22).)
Lo usamos meramente a manera de una ayuda para desarrollar nuestras habilidades detectivescas a fin de seguir la pista de los deseos de nuestro corazón partiendo de nuestros afectos. Esta frase “endurecimiento” se explica en mayor detalle a continuación. El término “fragmento” viene de romper todo el corazón de uno en pedazos.
Si nuestro ánimo está dividido de una devoción pura para agradar a Dios, nuestros corazones están fragmentados. Cada fragmento del corazón está reservado por nosotros para diferentes propósitos. Hemos dedicado diferentes partes de nuestros afectos para perseguir aquellas cosas que nos gustan, deseamos y escogemos.
Debido a que nuestras intenciones desviadas están ocultas en los lugares más profundos de nuestro corazón, tenemos momentos difíciles analizando las debilidades de nuestros corazones. Sin embargo, podemos detectar que es lo que más anhelamos. Se muestra a través de nuestras actividades y preferencias en la vida diaria. Estos afectos o anhelos revelan las devociones y el padecer de nuestros corazones en esas áreas específicas de nuestras vidas.
En la ilustración a nuestra izquierda, tenemos tres afectos o anhelos principales en nuestras vidas. La del centro es el área principal que controla al cristiano. Esto es el nuevo corazón sensible al Señor y a su Espíritu. Las otras dos áreas están enfocadas como viendo en las diferentes direcciones de las flechas. Este corazón está fragmentado. Es de esperar encontrar que durante la vida esté persiguiendo tres objetivos principales.
Para una mejor ilustración de cómo es que esto opera, permítanos desarrollar un poco este ejemplo. Cuando amamos algo, significa que colocamos eso como prioridad sobre todas las demás cosas. Amor por los automóviles significa que en razón del amor a los autos, se emplea mucho dinero y tiempo para hablar de automóviles. Amor por la familia significa que se dedica mucho dinero y tiempo para hablar de la familia. Amor por Dios significa que se concede mucho dinero y tiempo para hablar de Dios y de sus asuntos e intereses.
Dios nos ha dicho que nuestro amor por Dios tiene que ser una prioridad en nuestras vidas (Marcos 12:30), “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tus fuerzas (Marcos 12:30). En el ejemplo de arriba, necesitamos eliminar nuestro amor de los automóviles y de la familia para desarrollar un amor genuino y puro por Dios.
A menudo somos ciegos y mudos hacia nuestros diferentes amores porque muy profundo dentro de nuestros corazones sabemos que Dios no está complacido con estos otros amores o afectos. ¡No queremos admitir su existencia porque no queremos que Dios los elimine! Muchas ocasiones, distraeremos a la gente y a nosotros mismos enfocando los problemas de otros que tienen una culpa o pecado igual.
Sin embargo, aún cuando hayamos leído hasta aquí, seguiremos luchando el mandato de Jesús el Cristo protegiendo nuestro derecho a estos otros amores. Necesitamos aclarar qué son y qué es lo que no son estos amores y afectos.
Jesús nos está pidiendo que no fragmentemos los afectos de nuestro corazón en diferentes direcciones sino que le entreguemos a Él todo nuestro corazón. Esto se enfatiza en los absolutos:
Esto quiere decir que no podemos poner ningún otro objeto, en este lugar supremo.
No importa cuanto amemos a nuestras familias o automóviles, tenemos que ponerlos en segundo lugar frente a nuestro amor por Dios. Cuando vemos que ponemos nuestros deseos sobre lo que Dios quiere, estamos cometiendo adulterio espiritual. Déjeme darle dos ejemplos:
Los autos toman mucho de nuestro tiempo, dinero y espacio. ¿Has tenido dudas de lo qué Dios quiere que hagas? Hagamos dos pruebas.
Si Cristo habla a tu corazón y te pide esos autos ¿estás listo, en ese instante, para entregárselos? No debemos coleccionar nada si sentimos que tendremos algo de falta de voluntad para entregarlo inmediatamente, si Cristo nos lo pide.
¿Contradicen nuestras actividades lo que las escrituras realmente enseñan? Primero tenemos que encontrar pasajes pertinentes y ver si hemos hecho un gran esfuerzo para obedecerlos:
“Pero cualquiera que posea bienes de este mundo, y vea a su hermano tener necesidad y cierre su corazón contra él, ¿cómo decir que el amor de Dios permanece en Él?” (1 Juan 3:17)
¿Por medio de qué pasos concretos has mostrado un gran amor por tus hermanas y hermanos pobres y perseguidos? Algunos de nuestros hermanos y hermanas alrededor del mundo están necesitando dinero para vivir por lo que se beneficiarían grandemente si se les otorga un pequeño capital para empezar un pequeño negocio familiar.
El cuidado de la familia es, hoy en día, visto como una gran necesidad. Muchos argumentarían con mucha fuerza que el amor a la familia es el amor a Dios. En cierto sentido, así es. Sin embargo, necesitamos tener claro que es lo que queremos decir.
Claramente, el Señor quiere nuestros afectos principales. ¿Cómo entonces que esto trabaja para nuestra familia a quienes debemos mucho amor y cuidado? Estamos diciendo que su lealtad a Dios debe ser más fuerte que aquella por su familia. La obediencia a Dios no tienen que ser amenazada por causa de su amor a su mujer e hijos.
Si preferimos algo por encima de los deseos de Dios para nuestras familias, nuestra adoración es impura; nuestros corazones están fragmentados. Necesitamos arrepentirnos de estas áreas de desobediencia y vivir de acuerdo a sus caminos. Definitivamente vamos a necesitar más fe. Afortunadamente, podemos pedirle más fe.
“Pero pida con fe, no dudando nada, por que el que duda es semejante a la ola del mar que es arrastrada y sacudida por el viento” (Santiago 1: 6)
La pregunta obvia es ¿cómo encajamos aquellas cosas que son buenas en nuestra vida? Con seguridad no es malo ser un buen padre. No. No lo es. Si usted se fija, yo he puesto de relieve algunos puntos que caracterizan a un mal padre.
Es aquí en donde el análisis del segundo mandamiento entra en juego. Toda nuestra dedicación tiene que ser para el Señor. Él quiere todo de nosotros. Esto quiere decir que tenemos que obedecerle completamente sin importar qué o con quién estamos tratando. Ningún marido quiere solamente parte del amor de su esposa. El segundo es este:
“AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”. No hay otro mandamiento más grande que este” (Marcos 12:31)
Tome en cuanta que la palabra amor es usada nuevamente pero esta vez en segundo lugar. Este amor por nuestro prójimo no es un amor que compite. Por ejemplo, la esposa no peca por causa de su marido aún cuando viva un matrimonio de hecho. Ella tiene una obligación más grande, un mayor pacto. ¡Es importante ver a su hijo jugar fútbol o béisbol, pero no el domingo durante la hora del servicio o culto de adoración o de la reunión de oración de la iglesia!
Nuestro amor por el prójimo tienen que ser de la manera que Dios nos ha mandado. No hay lugar para amarnos a nosotros mismos. Este segundo mandamiento nos da la cordura para transmitir el amor de Dios. Esto debe dar un nuevo sentido a nuestras prioridades.
Abriendo nuestras vidas a este proceso de análisis, cooperamos con Dios en vez de luchar contra Él. Es más, somos menos propensos a ofendernos por que entendemos por qué Él está ‘siendo tan rudo’ con nosotros. De hecho, Él es semejante a un cirujano que está cortando partes cancerosas de nuestro corazón.
Un corazón puro es aquel que ama a Dios con todo lo que tiene. Sus mandamientos permanecen como la más alta prioridad de nuestras vidas. Ningún deseo motivará mi desobediencia a Él.
Cuando tenemos esta clase de pureza en el corazón, veremos que tendremos más energía. Tendremos menos y menos tensión interior. Las cosas se aclararán. La carne ya no parecerá tan fuerte.
El corazón fragmentado es solamente una ilustración para ayudarnos a vincular nuestros deseos y preferencias con los deseos de nuestro corazón. Si usted tiene el deseo, entonces tiene la semilla del deseo en su corazón. Un término más bíblico es “endurecimiento” el cual veremos ahora.