Toda la gloria de Dios y su amor estaban cerca de ellos, pero estaban como ciegos. Simplemente no podían ver el Sol. El ciego no tiene vista para recibir la entrada de la luz. Aquellos que son impuros de corazón simplemente no pueden aceptar la presencia de Dios.
Estamos engañados al pensar que todos, aún aquellos con corazones impuros, quisieran ver a Dios. Tenemos numerosas escrituras que hablan de aquellos que teniendo un corazón impuro se empezaron a acercar a la presencia de Dios. El Juicio de Dios aparece cada vez. En todo momento, un gran temor se apodera de sus corazones.
Cuando Dios oculta su gloria, se debe a SU gran misericordia. Él se ‘oculta’ de sus ojos oscurecidos (Romanos 11:10), corazón entenebrecido (Romanos 1:21), y entendimiento tenebroso (Efesios 4:18). Dios, por supuesto, no es el que realmente se está escondiendo. El hombre simplemente no puede ver a Dios.
Dios da lo que la gente busca. El hombre no busca a Dios. Están satisfechos con su mundo de fango. No desean nada de la gloriosa persona de Dios. También, podemos ver que el hombre a propósito evita a Dios para así mantener su estilo de vida interior.
18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. (Juan 3:18-20).
Sí. Pero el hombre evita la luz, asegurando así su juicio. ¿Y qué de los cristianos?
Jesús no estaba hablando palabras sin sentido en las bienaventuranzas. Podríamos pensar que estas verdades se aplican solamente a los no cristianos, pero ciertamente tienen su aplicación para los cristianos.
Veamos ahora por qué Dios se muestra a las buenas personas o a aquel que trata por todos los medios de ser piadoso.